Skip to main content

“Esta novena contemplativa es una invitación a la espera de la manifestación de la presencia del Verbo en la Creación y en la humanidad”

“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”

“La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir el calentamiento global”

“Introducirnos a la contemplación, entonces, incluye también una mirada atenta sobre los dramas de la creación, los dramas de los más pobres, los dramas de las culturas aborígenes”

17.12.2020 Victor Ricardo Moreno Holguín

«La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.» (Rm 8, 20). (Cfr. LS 18-26; QA 8-12)

Esta novena contemplativa es una invitación a la espera de la manifestación de la presencia del Verbo en la Creación y en la humanidad. Contemplamos con atención la obra del Padre en sus creaturas, pero también descubrimos en ellas las huellas de dolor que esperan ser sanadas y liberadas de la corrupción a la que la hemos sometido. Una Navidad para, en y con la creación, porque como nos dice el papa Francisco:

El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad… Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta. Estamos llamados a tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar.

Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. A ello se suma la contaminación que afecta a todos… La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura.

Amazonía
Amazonía

Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura… Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos.

La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir el calentamiento global o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan… En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación.

Nuestro sueño es el de una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un “buen vivir”. Pero hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. Porque, si bien la Amazonia enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar que «un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres». No nos sirve un conservacionismo «que se preocupa del bioma, pero ignora a los pueblos amazónicos».

Indígenas
Indígenas

Los intereses colonizadores que expandieron y expanden —legal e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo. Esto alentó los movimientos migratorios más recientes de los indígenas hacia las periferias de las ciudades. Allí no encuentran una real liberación de sus dramas sino las peores formas de esclavitud, de sometimiento y miseria. En estas ciudades, caracterizadas por una gran desigualdad, donde hoy habita la mayor parte de la población de la Amazonia, crecen también la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas. Por eso el grito de la Amazonia no brota solamente del corazón de las selvas, sino también desde el interior de sus ciudades.

Introducirnos a la contemplación, entonces, incluye también una mirada atenta sobre los dramas de la creación, los dramas de los más pobres, los dramas de las culturas aborígenes, los dramas de la humanidad que frenéticamente pareciera no poder detenerse a admirar la creación, a descubrir sus dolores y a sanarlos, sanándose a sí misma, con la fuerza de Aquel que nos viene de lo Alto, y cuyo nacimiento entre nosotros preparamos con nuestra oración.

Fuente: Religión Digital