El viernes 13 de Noviembre moría el P. Francisco Javier Aguilar, S.J., a los 92 años de edad. Hombre bueno, sonriente, afable y amistoso siempre, había perdido una buena parte de sus capacidades apostólicas e incluso mentales después de una severa caída en la que se golpeó gravemente la cabeza. Pero el carácter amable, cordial y sonriente nunca le abandonó. Antes del accidente solía ser el primero en salir de la casa y el último en llegar. Y a pesar de su edad y su ajetreada actividad apostólica, cuando llegaba en la noche se encargaba de recoger lo que había sobrado de la cena, guardarlo y dejar en orden el comedor para el día siguiente. Apostólicamente generoso y soñador, podía caer en ocasiones en la dispersión e incluso en la ingenuidad, pero nunca se rendía y sabía seguir adelante. Habiendo trabajado inicialmente en el Noticias, diciembre 2020 7 Colegio Externado San José, se le recuerda especialmente por sus más de cuarenta años dedicado al servicio parroquial. Cuando en el año 1986 recibimos la parroquia de Arcatao, Monseñor Rivera insistía en que el párroco de esta zona de guerra fuera salvadoreño de nacimiento. Y al recorrer nombres de jesuitas salvadoreños salió, entre otros, el nombre del P. Aguilar. “A ese no me lo toquen”, dijo rápidamente el arzobispo. Porque en efecto, a él se le había encomendado poco antes la populosa colonia “Ciudad Merliot”, de la que fue párroco hasta su muerte. De su parroquia inicial salieron tres parroquias más, en las que el P. Aguilar dejó infraestructura parroquial, terrenos y laicos pastoralmente comprometidos. Desde la parroquia emprendió además muy diversas actividades. Refugiados de la guerra o de desastres encontraban en el apoyo. Los intentos de crear fuentes de trabajo fueron también importantes. Durante muchos años perteneció y apoyó como miembro de la directiva a la Fundación Salvadoreña de Vivienda Mínima, Fundasal, que había iniciado y fundado en El Salvador el P. Antonio Ibáñez, S.J.. E incluso colaboró en una de las experiencias más exitosas de rehabilitación y trabajo para miembros de pandillas, en colaboración con una empresa textil que proporcionó empleo a un buen número de pandilleros. A todo ello añadía el apoyo a diferentes movimientos laicales y una buena cantidad de misas diarias, tanto en su parroquia como en capellanías, junto con las actividades constantes de su populosa parroquia. Hombre de Iglesia, nunca abandonó la solidaridad con los sacerdotes. Impulsó incluso una pequeña comunidad vocacional orientada al sacerdocio, que logró la ordenación de varios de sus miembros. No faltaba a las reuniones del clero y gozaba de un amplio respeto y aprecio entre los sacerdotes. Fue de los primeros en llegar a Aguilares tras la muerte de Rutilio Grande y fue testigo en aquel momento del profundo impacto que la muerte de nuestro mártir creó en Monseñor Romero, que también acudió muy pronto a la casa parroquial. Después de la caída que mermó sustancialmente su capacidad física e intelectual hubo dos momentos emocionantes. El primero una misa de despedida en su propia parroquia, varios meses después del accidente y con la Iglesia abarrotada. Su ayudante, en ese momento, el P. Carlos Manuel, S.J., Y el segundo una misa comunitaria que presidió el día que cumplió los 92 años, ayudado por el cariño de todos y especialmente del P. René Guerra, S.J., actual administrador de la parroquia. El actual arzobispo, consciente de que nuestro P. Xavier, como le gustaba a él escribir su nombre, ya no volvería al ejercicio de sus labores parroquiales, le mantuvo sin embargo el título de párroco hasta el momento de su muerte. El obispo de Chalatenango, Mons.Oswaldo Escobar, que fue de joven feligrés en su parroquia, dijo la Misa el sábado. El cardenal Rosa Chávez llegó temprano el domingo y rezó ante el cadáver un responso. El actual arzobispo, Mons. José Luis Escobar, celebró el domingo la Misa de despedida, antes de llevar al P Aguilar al cementerio de Santa Tecla. Allí descansa en paz junto a tantos otros buenos jesuitas con los que convivió durante su larga su vida y que se le anticiparon en el camino hacia el Reino de Dios.