Por Valeria Méndez de Vigo
El pasado viernes, 25 de septiembre, tuvo lugar la Vigilia Global Ignaciana Respirando juntos en el marco del Tiempo de la Creación, organizada por diversas obras y redes jesuitas/ignacianas con la coordinación del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología. Para que tuviera alcance global, la Vigilia se transmitió en directo en tres diferentes husos horarios (8 pm en Manila/Roma/Nueva York) y simultáneamente en inglés y español y contó con una participación de más de15,000 personas durante la vigilia y en los dos días siguientes. Combinó oración con testimonios, reflexiones, música y algunos elementos simbólicos e interactivos.
En palabras de Xavier Jeyaraj, SJ, Secretario de Justicia Social y Ecología: “Me conmovió profundamente la respuesta de la gente a la vigilia de oración ‘Respirando juntos’. De hecho, la vigilia fue una forma asombrosa de conectar a la gente con la llamada del Papa Francisco para cuidar de nuestro hogar común, junto con las cuatro Preferencias Apostólicas Universales (PAU) de la Compañía de Jesús. Fue una vigilia para mostrar el camino hacia Dios (PAU1); para cuidar nuestro hogar común, particularmente los tres pulmones de la tierra (PAU4); para caminar con las comunidades indígenas pobres de esas tres regiones (PAU2) cuyos derechos y dignidad han sido violados; y finalmente, fue una forma de acompañar a los jóvenes indígenas escuchando sus testimonios (PAU3) realizados el día en que los jóvenes estaban en huelga por el clima”.
En el día de Acción Global por el Clima, Respirando Juntos quería enfatizar la necesidad de defender los pulmones de la tierra- en particular, la Cuenca del Congo, los bosques boreales asiáticos y la Amazonía- “literal y figurativamente en llamas”, tal y como señaló Cecilia Calvo de la Conferencia Jesuita de Canadá y Estados Unidos. “En estos biomas esenciales vemos la destrucción ambiental y la pérdida de la “riqueza humana, social y cultural” causada por una mentalidad de explotación. El cambio climático, las prácticas mineras irresponsables, la sobreproducción impulsada por el consumo, dar predilección al crecimiento económico sobre el desarrollo humano, son sólo manifestaciones de esta disrupción. Las comunidades vulnerables (niños, ancianos, indígenas, migrantes) son las más expuestas a esta crisis socio ambiental”.
Así lo manifestaron las comunidades indígenas.Amba Lobota Bongila, de la comunidad Ekonda, en la República Democrática del Congo, señaló: “La selva nos pertenece. Pertenece a nuestros antepasados. Pero en la actualidad ha sido destruida y nosotros, sus propietarios, no recibimos nada. Los ríos están contaminados, los animales huyen, las orugas no crecen ya en los árboles. Los leñadores se enriquecen a costa de los indígenas”. Dorothée, de la comunidad de BAKA, en el territorio de Yahuma añadía: “Estamos amenazados por la pérdida de tierras, la expropiación de tierras por los vecinos bantúes, las empresas madereras, las empresas mineras y otros que buscan recursos naturales”.Enesio Martins, que pertenece a la comunidad ticuna de la Amazonía, señalaba: “nos ha venido afectando el tema de las quemas, el tema de la deforestación que hacen las grandes multinacionales”.Jason Menaling señalaba desde Mindanao, Filipinas: “Espero que el resto del mundo no haga oídos sordos a los gritos de los pueblos indígenas. Queremos un futuro en el que podamos vivir en paz, cuidando nuestra relación con el medio ambiente, así como la relación de unas personas con otras”.
“Nunca ha sido más urgente que ahora nuestro compromiso con el cuidado de la Casa Común y la sanación de este mundo roto. Sanar esta Tierra es una tarea que nadie puede hacer solo. La sanación comienza por unirnos con otros, especialmente los más afectados y vulnerables, los pobres, los indígenas, los migrantes, los refugiados… y convertirnos en colaboradores del cuidado de la Casa Común”, señaló el Superior General de la Compañía de Jesús, el P. Arturo Sosa.“El cambio solo ocurrirá si le hacemos sitio” añadía September Kelokelo, una joven activista de Papúa Nueva Guinea.
Cambios que deberán partir de una conversión individual y colectiva con la ecología integral, así como de un cambio en las políticas públicas. En ese sentido, se hizo un llamamiento en la oración final de compromiso a la comunidad internacional y a los líderes mundialespara que escuchen “el clamor de la tierra y el clamor de los pobres” y para que tomen medidas efectivas, garantizando el bienestar (buen-vivir) de todos y el equilibrio de nuestra Casa Común.
Vea la Vigilia:
Fuente: Jesuits Global