Palabra de la CPAL Septiembre 2018
478 Años de la Fundación de la Compañía
Por José Francisco Magaña Aviña, SJ
Provincial de México
El día 27 de este mes celebraremos los 478 años de la fundación de la Compañía. Este recuerdo es motivo de agradecimiento e invitación para profundizar en nuestra vocación en el contexto actual latinoamericano.
Aún antes de la fundación de la Compañía San Ignacio tuvo muy claro que lo central era “ayudar a las almas”, es decir, servir a las personas; por eso en el Examen -guión para el intercambio de deseos entre quien que quiere ser jesuita y la Compañía- dice:
“El fin de esta Compañía es no solamente atender a la salvación y perfección de las ánimas proprias con la gracia divina, más con la misma intensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los prójimos” (Const. 3).
La pasión por servir al pueblo desde un principio puso en riesgo a la seguridad de los jesuitas; su seguridad física, de honor, pero también de posibles equivocaciones; hay como un eco de la pasión de San Pablo dicho de una manera que casi parecería sinsentido pero que expresa hasta donde llega su amor por el pueblo y por Jesús:
“Por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera yo mismo ser un proscrito, separado del Mesías” (Rom 9,3).
Para cuidarnos “de nosotros mismos”, de nuestras propias trampas ante la realidad, San Ignacio nos puso el discernimiento cotidiano, el examen, las dos banderas, la contemplación para alcanzar amor. Son ayudas para no perdernos en nuestras propias ambigüedades al encontramos en el servicio. De esos riesgos nos tenemos que cuidar personalmente y también como comunidades y Cuerpo Apostólico.
Pero además están los otros riesgos que vienen con nuestra misión. En la CG 36 hacíamos un especial recuerdo y oración por nuestros hermanos en situaciones de guerra (expresado en el mensaje Testigos de amor y reconciliación). En América Latina el Cuerpo apostólico también se enfrenta a esos peligros al servir como “Compañeros en una misión de reconciliación y justicia” en situaciones como las de Honduras, Venezuela, Nicaragua, así como en nuestros demás países ante diferentes expresiones de violencia e injusticia. Como CPAL estamos articulándonos para responder de una manera más solidaria y eficaz ante esas situaciones.
La muerte violenta de nuestro hermano el P. Carlos Riudavets Montes, SJ, que servía en la Amazonia Peruana, es una dolorosa afirmación de la misión de la Compañía expresada más arriba. En la homilía del sepelio del P. Carlos, el P, Juan Carlos Morante, Provincial del Perú -volviendo a la experiencia de la Storta, en la que Ignacio escuchó que Cristo en Cruz le decía “quiero que tú nos sirvas”-afirmaba que:
“Nuestro servicio a Cristo y a la Iglesia, bajo la bandera de la cruz, es el foco central de nuestro carisma y misión. Nuestro hermano Carlos recibió la gracia de compartir el amor de Cristo a los pobres y marginados de la sociedad y, en el momento final de su vida, le tocó cargar más de cerca la cruz de su Señor. Por eso también, ha recibido la gracia de compartir más plenamente la gloria de su resurrección. Que su ejemplo y su testimonio nos reconforten y nos animen a seguir entregando nuestras pequeñas vidas en el servicio de nuestros hermanos”.
Salvación propia, gracia divina y servicio a los demás siempre han ido juntas. Ahora la CG 36 nos invita a vivirlas en discernimiento, colaboración y trabajo en red para servir mejor. Este es el reto que tenemos como Cuerpo Apostólico en América Latina.