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¿“DÓNDE ESTÁ TU HERMANO”?

La situación política y social del continente entero no hace más que empeorar. La corrupción ha hecho metástasis en los países del continente corroyendo los sistemas políticos, jurídicos y legislativos, los pactos sociales, las instituciones públicas y las privadas, el mundo empresarial, etc. La Iglesia no escapa de pecados y de culpa. Es verdad que no “todo el mundo” se ha dejado corromper y que en esa reserva moral y ética reposa la esperanza de días mejores; pero el panorama no deja de ser desolador.

Son paradigmas de esa crisis generalizada la violencia oficial que en cuatro meses ha hecho más de 450 asesinatos políticos y tiene a miles de personas presas y heridas en Nicaragua; así como la obtusa intransigencia del gobierno venezolano que continúa atornillado al poder y sus privilegios, cuando a todas luces el país se desangra social, económica y políticamente. La bendición de Maduro, Morales y Díaz-Canel al régimen autoritario de Ortega son una patética muestra del poder de la corrupción. Pero no son menos paradigmáticas de esta nauseabunda situación la normalización política del golpe que se diera en Brasil, justo en el momento en que Odebrecht operaba la mayor mafia corruptora del milenio, y las actuales dificultades de gobernabilidad del ‘gigante de América’ donde los altos jueces (en su mayoría acusados ellos, también, de corruptos) compiten y pretenden substituir a los políticos, porque parece que no hay ninguno que se salve. Es triste ver la incapacidad de la OEA (no del secretario, sino la falta de decisión de los países que la conforman) para defender la democracia en Honduras, o para exigir el respeto de las decisiones del Soberano en Bolivia, o para hacer valer el orden constitucional y las leyes en Paraguay. Y nos queda todavía por ver qué sucede con los acuerdos de paz en Colombia, con la economía en Ecuador o en Argentina, con la reforma judicial en Perú, y con la gobernabilidad de países como Guatemala o El Salvador.

Ante esta compleja situación, resonaron en mí una vez más en este 31 de Julio – fiesta de San Ignacio de Loyola – las preguntas que el P. Arturo Sosa nos dirigiera el año pasado en el evento ImPACtando realizado en Lima: ¿cuál sería hoy la respuesta de Ignacio y sus compañeros? ¿si estuviesen fundando hoy la Compañía de Jesús qué misión y qué forma le darían? Si contemplamos -con los ojos de La Trinidad- un mundo donde la corrupción ha tocado no sólo las estructuras sociales, políticas y culturales, sino la médula de las consciencias, ¿cuál resulta ser nuestro mayor y más fundamental desafío? ¿Cómo podemos asegurarnos de que a través de las diversas misiones en que actuamos (en tan grande diversidad de labores) estamos permitiendo que Dios toque y transforme la consciencia de las personas y los grupos?

“Padre, ustedes hacen muchas cosas”, me decía ayer una persona con la que conversaba; “… y todas ellas son bonitas, pero una sola es indispensable: cambiarle la vida a la gente. Y eso sólo Dios puede hacerlo. Ustedes están ahí para ayudarle; si no es así: estorban”.

NUESTRA SOLIDARIDAD CON VENEZUELA

Desde la CPAL queremos contribuir de las maneras que nos sea posible para que los venezolanos encuentren solución y reconstruyan una nación justa y próspera. Estamos convencidos de que no hay otro camino que el diálogo franco y la reconciliación en la justicia. Sin duda la soberanía de los pueblos debe ser respetada: la de unos igual que la de otros, so pena de caer en otros mandatos ilegítimos. No creemos ni queremos intervenciones que vengan sólo a ahondar el dolor y el sufrimiento del pueblo. Es urgente la movilización y la colaboración internacional para reforzar la posibilidad de encontrar -en Venezuela- caminos de resolución política. 

Sin descuidar ese desafío que parece ser de medio plazo la crisis humanitaria no espera. Por eso éste es un llamado a ir más allá de lecturas o posiciones ideológicas y a ofrecer respuestas concretas a los miles y miles de venezolanos y venezolanas que están a nuestro derredor: “¿dónde está tu hermano?” (Gen. 4, 9). Se trata de un desafío humanitario (en su favor) y humanizador, para todos nosotros.

Por eso en la CPAL queremos invitar a todos los amigos y amigas que leen esta nota y a todos los que colaboramos en el cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús en América Latina y en el mundo, a detenernos un momento, preguntarnos y decidir: ¿qué voy a hacer -qué vamos a hacer- para aliviar el dolor del que ahora es mi próximo: mi prójimo?

Para responder a este interrogante hemos puesto en marcha cuatro iniciativas. La primera de ella es un substancial refuerzo de la capacidad técnica y operativa de la Red jesuitas con Migrantes (RJM) especialmente en Venezuela, Colombia y Brasil. Son cientos y miles de personas concretas con sus historias, sus miedos, sus pies cansados; dejando atrás el país donde nacieron y construyeron sueños, acariciando la esperanza de un futuro mejor en otras tierras. Queremos atenderlas con cariño, con respeto, con la dignidad que merecen. Los equipos actuales del Servicio Jesuitas a los Refugiados (SJR) y a Migrantes (SJM) en las tres fronteras están desbordados y alcanzan a atender sólo un pequeño porcentaje de las personas que migran. Por eso en los próximos meses la RJM, con el concurso especial del SJR/LAC, escalará substancialmente la respuesta que damos en estas tres fronteras, teniendo también en cuenta otros destinos como Ecuador, Perú y República Dominicana.

Hemos acordado, en segundo lugar, establecer un mecanismo lo más simple y – a la vez – lo más eficaz posible de hacer que coincidan nuestro deseo de ser solidarios y las necesidades que tiene el cuerpo apostólico de la Compañía de Jesús (jesuitas y laicos) y sus familiares más cercanos en Venezuela. Es verdad que no podemos ayudar a TODO el pueblo venezolano; pero no podemos dejar de hacerlo con los que tenemos más próximos. Dada la hiperinflación (100.000% anual), gestos modestos de ayuda pueden hacer una gran diferencia para aquellos que están en el país (comunidades jesuitas y obras).

Para hacer concreta nuestra solidaridad personal, familiar, comunitaria o institucional será lanzada en la primera mitad del mes de agosto la “CAMPAÑA TODOS SOMOS HERMANOS” en que serán propuestos proyectos de hermanamiento entre comunidades y entre obras de la Compañía de Jesús en América Latina y en Venezuela, haciendo coincidir lo que nuestros compañeros apostólicos necesitan con lo que cada un de nosotros puede ofrecer.

En tercer lugar, hemos puesto en marcha una comisión que prepara ya la realización de un seminario que considerará la crisis de Venezuela y su relación con las democracias latinoamericanas. No se trata de un evento académico, sino de la generación de un espacio de reflexión política (en el mejor de los sentidos) sobre la realidad venezolana y los desafíos regionales de su superación. Queremos contribuir con seriedad y altura intelectual en un debate propositivo en el cual los venezolanos tendrán un protagonismo especial. Este seminario se realizará en la segunda mitad del mes de enero de 2019 con la participación de importantes figuras de Venezuela y los países latinoamericanos, de USA y de Europa.

Por último, desde la página web www.cpalsocial.org estamos sumando voluntades en una campaña de cabildeo en la cual se propone que cada uno y cada una de ustedes ejerza su derecho ciudadano en solidaridad con el pueblo venezolano, reenviando a sus respectivos Ministros de Relaciones Exteriores y Presidentes de la República una nota que contiene en su cuerpo principal estas tres demandas:

  1. que el país (el de cada uno de ustedes) ofrezca apoyo humanitario urgente y especial a la población venezolana;
  2. que su gobierno ejerza los mejores oficios para que el gobierno venezolano acepte la urgencia de abrir canales de ayuda humanitaria internacional, y que
  3. hagan su mejor y mayor esfuerzo por resolver políticamente la crisis

Encuentran toda la información necesaria y los recursos para enviar esa solicitud en el vínculo: http://www.cpalsocial.org/venezuela. Les solicitamos distribuirla y multiplicarla entre amigos, conocidos, familiares, redes sociales, colegas de trabajo, instituciones, organizaciones, etc. Un pequeño gesto (un ‘click’, cinco minutos de atención, un ‘forward’, un ‘share’, etc.) unido a miles y miles de otros gestos puede ayudar a crear una mayor consciencia y práctica de la Hospitalidad.

A la espera de llegar hasta ustedes con más información sobre la CAMPAÑA TODOS SOMOS HERMANOS, les envío un abrazo fraterno,

ROBERTO JARAMILLO BERNAL, S.J.

Presidente de la CPAL

1º de agosto/18