Skip to main content

Palabra de la CPAL

Julio 2018: Un ayer, puerta para el hoy y el mañana

Reducciones jesuíticas del Paraguay

 

Paraguay, anclado en el centro de la América del Sur, entre Brasil, Argentina y Bolivia. Cuando aquí llegaron los primeros jesuitas (1609), se encontraron en un contexto de conquista y colonización. Conviene decir que este binomio no puede llegar ser realidad sin ser perversa y violenta. Con señalar que en 1553 el desarrollo del mestizaje ya era considerado como una forma larvada de genocidio, con desastrosos resultados, incluso para la economía colonial. De esta manera ya estamos pintando un escenario en donde las convivencias entre encomenderos y encomendados no fueron ni lejanamente pacífica, y que los jesuitas no llegaron a una tierra sin mal, a una tierra que mana leche y miel.

 

Los jesuitas, al llegar al Paraguay, no sólo miran y buscan entender lo que se está dando en el contexto social de la colonia, sino empiezan a vislumbrar nuevos horizontes, nuevas posibilidades, creyendo que otra forma de convivencia era posible. Para tal menester se dispusieron, desde una fe osada, traspasar las líneas geográficas convencionales de evangelización, haciendo de esa manera hacer desaparecer unos muros de separación existentes en el imaginario colectivo, para proyectarse más allá de las fronteras. Se pusieron con la propuesta evangelizadora en actitud de salida, para erosionar los comportamientos escandalosos y visión tan torpe de futuro que se respiraba en el escenario colonial paraguayo. La audacia de estos hombres de fe, su vida con ESPÍRITU, le impulsaron a entrar a la selva, ahí donde los españoles aún no habían llegado, para que el caminar humano-divino con los indios se produjese desde una evangélica cercanía.

En este contexto, conviene mencionar al P. Diego de Torres Bollo S.J., primer provincial de la Compañía de Jesús del Paraguay por las INSTRUCCIONES tan acertadas que escribió para los primeros jesuitas que entrarían a las selvas. En dichos escritos contempla como mandato que hay que escuchar a los indios antes de tomar decisión política a su respecto, y más concretamente cuando se trata de elegir el lugar donde se asentará la reducción o pueblo. Esta real cercanía evangélica a los indios, de parte de los jesuitas, tiene un enorme impacto, que hizo que el teko guaraní y no el modo de ser español, marcara la historia de las Reducciones del Paraguay. Dentro de esta concepción que brota de la real cercanía evangélica, reducir no es otra cosa sino una búsqueda por crear otro modo de vivir autosuficiente y autosustentable, con recursos propios.

Dentro de este nuevo escenario, los guaraníes conservarían su tierra y su territorio. No se dispersarían. Seguirán hablando su lengua. Ni se quedarían sin religión, aunque el cristianismo tenga carácter colonial. La real cercanía evangélica de los jesuitas a los guaraníes hizo que no tuvieran que aprender muchos de los jesuitas, sino hacer tal vez mejor lo que ya sabían hacer. Por ejemplo, la economía continuó siendo intercambio de dones. La organización sociopolítica, el cacicazgo y las grandes asambleas con notable participación de los jefes de familia.  En las misiones jesuíticas todavía se sentían guaraníes. Ellos no eran extraños, no estaban enajenados.

Este modo de pensar, crear y comprometerse con la misión, desde la mismísima realidad, que ni por asomo es una tierra sin mal, sino un espacio en donde desde la colonia se van perfeccionando arbitrariedades, nos pone en sintonía con el espíritu que va soplando al interior de la Compañía Universal y muy especialmente dentro de la CPAL. Estos hombres que han formado parte de la larga caravana que empezó con Ignacio de Loyola y compañeros y que aún siguen hoy, nos motiva mirar la misión más allá de lo imposible, nos impulsa ser audaces para traspasar las fronteras que nos condicionan a que sigamos soñando que nuevos espacios y modos misionales son posibles. Este espíritu primigenio provincial hace que nos sintamos invitados a seguir hilvanando ese otro mundo posible como Compañía de Jesús.

En ese sentido, hoy por hoy, con los compañeros en misión, vamos rastreando nuevos modos de presencia con los jóvenes, por ser la población mayoritaria y muy tocada por los daños colaterales de la corrupción reinante. En el área de educación seguimos soñando y abriendo caminos con nuevas propuestas educativas (IKATUVE) y que ésta esté acorde con las necesidades de nuestros estudiantes de hoy, para que nuestro mañana se vuelva buena noticia para la generación venidera. Para ello no escatimamos esfuerzos por incorporar esos nuevos modos educativos en nuestros colegios y escuelas de Fe y Alegría. A nivel de estudios superiores, contamos con el ISEHF, que hoy 20 años después, empieza a balbucear las primeras palabras, con un apasionado afán, para convertirse en universidad y así seguir favoreciendo nuestra opción por una educación de calidad para la formación de los compañeros de misión y de todos los sectores y muy especialmente los menos favorecidos. A nivel social vamos consolidando la colaboración y el trabajo en redes con los campesinos y las organizaciones sociales periurbanas, porque como provincia seguimos soñando que “la tierra sin mal”, utopía de los guaraníes, no es un imposible.

Che py´aite guive
Ireneo Valdez Colmán SJ
Provincial del Paraguay