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Por: Ing. Luis Antonio García Gutiérrez

Orientador voluntario IGER San Cristobal 

Sin lugar a duda, desde que se detectó el primer caso de contagio de COVID-19 en suelo guatemalteco, la dinámica de la cotidianidad de la vida cambió drásticamente. En estos tiempos difíciles, la pandemia ha impuesto nuevos retos, los cuales han presentado diversos obstáculos asociados a la falta de preparación y tiempo para gestionar adecuadamente cambios que permitieran hacerle frente de mejor manera a un evento sin precedentes como este. 

Siendo Guatemala un país sumamente desigual, era de esperarse que estas brechas se acrecentaran aún más en la sociedad, sobre todo en aquellos sectores más desfavorecidos, evidenciándose así la urgencia de tomar acción desde todos estos,  para tratar de apaliar la difícil situación presentada, evitándose así llegar a agravar el escenario en el cual se encuentra inmerso la sociedad.

Como parte de todos aquellos grupos vulnerables que fueron afectados por la pandemia del Coronavirus, es posible encontrar al educativo. Actualmente, existen varios estudiantes, especialmente un importante grupo de jóvenes y adultos, que no tuvieron la oportunidad de cursar una escolaridad formal en edades tempranas y que son atendidos por orientadores voluntarios del Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica ―IGER― en todo el país.

Es por ello que el sistema educativo del IGER, brinda asistencia a los jóvenes, a través de un círculo de estudio de forma semanal para recibir orientación. Este es una pieza clave de la metodología que deben seguir los estudiantes. Sin embargo, la coyuntura obligó a que los orientadores voluntarios, buscaran alternativas para dar seguimiento a la orientación de los alumnos y así, animarlos a continuar y reducir en la medida de lo posible la tasa de deserción escolar, debido a la falta de herramientas que permiten facilitar el proceso en un sistema en el cual el estudiante tiene un papel protagónico en su educación.

Ante esto, la tecnología básica universal, es el derecho al cual toda persona debería fácilmente acceder. No obstante, esta pandemia deja al descubierto que incluso hoy en día, el acceso tecnológico continúa siendo una de las tantas y grandes desigualdades que prevalece en nuestra sociedad; dificultando enormemente el derecho a la educación, con el que debería gozar cualquier individuo nacido en este país y en cualquier otra parte del mundo.

A pesar de todas las adversidades, los orientadores voluntarios y estudiantes, estan trabajando en conjunto y haciendo frente a esta difícil situación, logrando continuar y avanzar con el año escolar 2020. Ante esto, se han implementado nuevos métodos de evaluación, ideando medios para transmitir reforzamientos y orientaciones a través de sistemas de mensajería instantánea, se han utilizado plataformas tradicionales de conferencias virtuales para aquellos estudiantes que tengan acceso a esta tecnología, y, sobre todo, se han creado redes de comunicación telefónica con aquellos estudiantes que no dispongan de otros medios tecnológicos.

Es gracias a este enorme esfuerzo que hoy en día existen estudiantes a punto de concluir ciclos de educación primaria, secundaria y de diversificado en los muchos centros de orientación que funcionan actualmente de forma remota. El IGER impacta de forma positiva la vida de sus estudiantes y sus familias a través de la educación, brindándoles las herramientas suficientes para romper los círculos históricos de desigualdad en nuestra sociedad, al mismo tiempo en que el orientador voluntario reivindica el motor que lo mueve a servir a todos los demás: dignificar la vida humana.

Fotografías de archivo, Dirección de Comunicación y Promoción

Fuente: Universidad Rafael Landívar

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